Estos titulares de La Prensa están cada vez más explícitos. Gobierno les regala tierras a sus aliados. Empieza como eslógan de película. Que hay un terreno en Paitilla, frente al Matasnillo, entre el Plaza Paitilla Inn y la cinta costera. Que ahí desde hace mucho tiempo había un vendedor de flores. Que ahora es millonario. Porque el Estado, bondadoso como siempre, le dio derechos posesorios de esa hectárea y pico de tierra.
La directora de Catastro y Bienes Patrimoniales, Anabelle Villamonte Murgas, le cedió de forma gratuita un terreno de 11 mil 379 metros cuadrados frente a la bahía de Panamá.
En la misma resolución expedida el pasado 12 de julio, en la que Villamonte hace la cesión gratuita de tierras nacionales, fija en $999 el valor del metro cuadrado.
Es decir, el terreno otorgado al exvendedor de flores –o a la sociedad anónima Segura Ventures, Inc. a la que cedió sus derechos posesorios– tiene un valor catastral de $11 millones 367 mil 581.04.
Sin embargo, empresarios del sector inmobiliario aseguran que el metro cuadrado en el área puede alcanzar los $4 mil, lo que significa que el terreno (producto de un relleno hecho en 1997 por Mayín Correa cuando era alcaldesa de Panamá, para hacer un parque) tiene un valor comercial de, al menos, $45 millones.
Señores, estamos perdiendo nuestro tiempo haciéndonos los profesionales. En la buhonería es que está el billete. Como para asegurarse que uno quiera leer la amplia ampliación de rigueur, este pedazo cierra con cliffhangers a tutiplén.
A pesar del hermetismo oficial y de la imposibilidad de obtener una entrevista con el afortunado exvendedor de flores, una investigación de este diario dejó en evidencia personas vinculadas con conocidas empresas inmobiliarias y el poder político. […]
Ahora, y tras reponerse de la sorpresa inicial, tanto la hoy gobernadora Mayín Correa, como los muchos vecinos del área de Punta Paitilla, se organizan para dar la batalla legal. No están dispuestos a permitirlo.
Big guns, indeed. Pasemos la página y continuemos. De Parque a negocio inmobiliario: la historia de un afortunadísimo vendedor de flores.
Hace un mes –exactamente el 12 de julio de 2011– un lote de algo más de una hectárea ubicado frente a la bahía de Panamá, al inicio de Punta Paitilla, pasó de ser patrimonio de todos los panameños, a propiedad de la sociedad Segura Ventures Inc.
Curiosamente, la transacción no produjo beneficio económico alguno al Estado. La directora de Catastro y Bienes Patrimoniales, Anabelle Villamonte Murgas, cedió el terreno a “título gratuito” mientras determinaba que su valor era de $11 millones 367 mil 581.04 (ver facsímil).
¿Cómo fue esto posible? Hasta el momento, tanto Anabelle Villamonte como su jefe, el administrador de la Autoridad Nacional de Tierras (Anati), Alejandro Castillero, guardan absoluto silencio sobre el asunto.
Conozcamos al afortunado vendedor de flores, shall we?
La resolución de Catastro […] explica que el “poseedor original” de los derechos sobre la tierra es César Segura Pineda, que ha probado “la posesión a través del dominio material por más de cinco años…”, como exige la legislación vigente.
¿Cómo se acreditó ese “dominio material”? Difícil hazaña, ya que desde 2005, César Segura Pineda fue lanzado por intruso del lugar por el entonces corregidor de San Francisco.
Segura Pineda llegó a Punta Paitilla en 1988, instalándose en la acera del área de estacionamientos del hotel Plaza Paitilla Inn a vender flores.
Una de sus clientas frecuentes, la hoy gobernadora y entonces alcaldesa de Panamá Mayín Correa, le otorgó en 1993 permiso para poner un quiosco y dejar la precariedad de los cubos.
No le bastó. En 1997, César Segura se pasó al terreno frente al mar que empezaba a crecer […].
Oculto bajo el espeso follaje de un recodo bien escogido, Segura construyó una casa y llevó a vivir a su familia. Y allí estuvo hasta que, en 2005, fue desalojado de manera forzosa por intruso.
Un intento previo de sacarlo de esa tierra fue pospuesto por las autoridades, debido a que Segura amenazó con prender fuego a la casa y a su familia.
Atropello que ahora se ve reivindicado. Ahora le toca al pueblo.
Pero, ¿cómo puede un humilde vendedor de flores, contratar las gestiones de un abogado para hacer una sociedad anónima, y realizar los costosos y complicados trámites de reconocimiento de derechos posesorios?
Las claves del misterio van del pasado al presente; de la actividad inmobiliaria al poder.
Por ejemplo, Rodrigo Sarasqueta, actualmente secretario ejecutivo de seguridad del Ministerio de la Presidencia, y aspirante a ocupar un puesto como magistrado en la Corte Suprema de Justicia, es un viejo conocido del exitoso exvendedor de flores.
Como apoderado de César Segura (ver facsímil) tramitó en 2004 ante la Dirección de Catastro una solicitud de caducidad para una petición que sobre el mismo terreno había hecho el Plaza Paitilla Inn. Al parecer, Segura y su abogado no querían competencia.
Sarasqueta, igualmente, acompañó a Segura en el desalojo ocurrido en 2005 y, cuando las autoridades sacaban las plantas del improvisado vivero, dijo que “eran propiedad de Felipe Virzi” (ver La Prensa del 12 de agosto de 2005).
Hoy, cuestionado al respecto, Sarasqueta negó su participación en el proceso de titulación por derechos posesorios. […]
Finalmente, Sarasqueta niega haber tenido relación comercial o profesional alguna con Felipe Virzi.
Otro nombre destaca en el rápido proceso de inscripción de la resolución de Catastro que favoreció a Segura Ventures, Inc.
Se trata de la abogada Ailedsabel González que, tras la expedición de la citada resolución el 12 de julio pasado y la inmediata notificación del abogado Francisco Pérez Ferreira, acudió rauda al Registro Público para realizar el trámite de inscripción el día siguiente. […]
Ailedsabel González trabaja como abogada del Departamento Legal de Btesh & Virzi, la empresa inmobiliaria del ya mencionado Felipe Virzi y su socio Gabriel Btesh. […]
¿Son Gabriel Btesh y Felipe Alejandro Pipo Virzi los actuales dueños de Segura Ventures Inc. y, en consecuencia, propietarios de un terreno de más de una hectárea recibido gratuitamente del Estado?
Pregunta retórica. Continuando, Mayín está “indignada.”
“Nadie sabe para quién trabaja”, comentó indignada Correa, al ver cómo el relleno hecho durante su gestión es ahora propiedad privada.
En 1997, Correa pidió ayuda a los constructores de la ciudad para que tiraran el caliche de sus obras en ese lugar. Así fue creciendo el área, que luego fue trabajada con maquinaria para aplanar el material.
Sin embargo, la exalcaldesa nunca obtuvo el apoyo del Ministerio de Economía y Finanzas de la época para el traspaso del relleno al Municipio, y su mandato terminó sin que pudiera culminar tal proyecto.
“El Toro [el expresidente Ernesto Pérez Balladares] mandó a que quitara un letrero que había colocado en el lugar anunciando la construcción del ‘Mirador Iberoamericano’… había hablado con varios embajadores que prometieron ayudarme…”, relata Correa con enojo.
El proyecto no parece haberle interesado a su sucesor, Juan Carlos Navarro, pues el 8 de marzo de 2001, bajo la administración de Mireya Moscoso, Catastro ordenó archivar la solicitud para el uso del citado relleno por parte del Municipio de Panamá. […]
Otro dato importante dejado de lado por la directora de Catastro es que el terreno en cuestión y su área aledaña es identificado, aún hoy, como parque vecinal “PV”, en el plano de zonificación existente en el Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial. Es decir, en el terreno cedido a Segura solo puede hacerse un parque. A menos, claro, que el Gobierno cambie la zonificación.
“Nadie puede construir casas ni edificios en un parque vecinal, ya que es un espacio abierto para veredas peatonales, canchas, parques, todo lo que sea de uso público”, comentó el ingeniero municipal, Juan Manuel Vásquez, quien, por lo visto, nunca fue consultado por Anabelle Villamonte antes de su dadivosa cesión de tierras.
Ahora, tras lo sucedido, Correa envió el pasado 12 de agosto una petición de investigación al procurador de la Nación, José Ayú Prado, y a la secretaria del Consejo Nacional de Transparencia contra la Corrupción, Abigaíl Benzadón.
Además, los vecinos de los enormes edificios de Punta Paitilla cercanos al terreno también se preparan para dar la batalla legal. Aún no se reponen de la sorpresa, pero se están organizando.
Finalmente, terminamos referenciando a otros periódicos. Primero el destape del asunto:
El pasado 29 de julio, el abogado y activista Ebrahim Asvat daba la voz de alerta en su Bitácora del día. Tenía información de “la venta de un lote de terreno cerca del hotel Plaza Paitilla Inn donde ya un inversionista promotor tiene un proyecto armado”. “Nadie ha querido dar información acerca del lote de terreno sobre el mar. Los conocedores en el mundo inmobiliario ya saben que tiene dueño y cómo se logró su titulación. Según una fuente, el vendedor de flores que usualmente tenía un puesto cerca de los estacionamientos del Plaza Paitilla Inn, alegó tener los derechos posesorios”. […]
El dato era tan inaudito, que pocos pensaron que fuera verdad o posible. Sin embargo, la investigación se inició y el silencio de los funcionarios involucrados empezó a ser sospechoso.
En eso estábamos en la Unidad de Investigación de este diario, cuando una empalagosa historia se publicó el pasado 11 de agosto en el Panamá América, asegurándose que el veragüense César Segura había batallado por 24 años “por el título de propiedad de lo que era el sustento de su familia”.
Y, chuleta, vale la pena ir a leerlo completo. “César Segura es doblemente millonario porque no solo el cultivo de las flores lo llevó a tener hoy una propiedad en uno de los lugares más exclusivos de Panamá, Punta Paitilla, sino por haber logrado cumplir su sueño con amor, pues su esposa e hijos lo acompañaron a librar todas las batallas para legitimar su derecho posesorio.” “[S]e ubicó en Punta Paitilla.” “[H]asta que logra instalar una floristería y vivero en la zona.” “[A]lquila un apartamento en Paitilla para poder cuidar y regar diariamente sus plantas.”
Al año de estar allí y de trabajar el terreno, inicia las gestiones para obtener el derecho posesorio y con ello las batallas. Tuvo varias disputas con diferentes administraciones alcaldicias, pero como aportó pruebas de que tenía un negocio, de que pagaba impuestos y que trabajaba en el área no pudieron sacarlo del terreno.
Segura logró comprobar en Catastro que había trabajado la tierra, que era el único ocupante y que la tierra no estaba en disputa, requisitos que exige la Ley 80 de 31 de diciembre de 2009, de titulación de derechos posesorios.
Es así como logra con la Resolución 207 del 12 de julio de 2011 su título de propiedad sobre la héctarea y media que trabaja junto a su familia.
“Ya la tormenta pasó, ya nadie me lo puede quitar”.
Así, él solito. Periodismo serio y de altura. Mejor volvamos a La Prensa, shall we?
Según la historia, Segura empezó en 1987 a cultivar flores tropicales como helicondias [sic —de La Prensa, no del Panamá América, btw], heliotropos en ese globo de tierra firme, a un lado del hotel Plaza Paitilla Inn”. Toda una hazaña teniendo en cuenta lo que los salados aires marinos hacen con las plantas.
Además del dudoso prodigio en jardinería, la historia tiene un fallo. En 1987, el terreno que Segura solicitó y obtuvo de Catastro no existía. El relleno de un poco más de una hectárea, que ahora es de Segura Ventures Inc., empezó a hacerse en 1997. Y no fue sino hasta ese año cuando el afortunado vendedor de flores llegó como precarista a vivir en el área.
El año 1997 es complicado para Segura. Además de invadir un terreno público, se vio envuelto en la muerte de una persona.
Una sentencia de la Sala Penal de la Corte Suprema del 2 de febrero de 2000, confirma el auto de apertura de causa criminal contra César Enrique Pineda Segura, por la muerte de Edwin Joseh Cerrud Rodríguez, “hecho de sangre ocurrido en la madrugada del 18 de abril de 1997…”.
Y así, cuando evidentemente nos acercamos al nudo de la trama, La Prensa nos corta el cuento y nos corta las alas con un ‘continuará.’
VEA MAÑANA: Los extraños movimientos de la Anati
Ahí estaremos.
Algo no huele bien por ahi. Y no es la Bahia de Panama!
Seguro es por las ausentes helicondias [sic] y heliotropos. Vamos a ver a qué huele la continuación de mañana.
La frustración nos deja sin palabras y la impotencia puede crear sentimientos peligrosos en los humanos panameños, que de por si somos serenos, alegres y muy pasivos para este tipo de cosas, pero según lo datos históricos, no somos un pueblo del cual se puede abusar.
Habla pueblo habla. Vayan planchando sus pañuelitos blancos.
muy bueno…demasiados involucrados…
No es la cantidad, sino la calidad.