Para celebrar la publicación de la edición Kindle de la Guía de viajes Almanaque Azul Panamá, y para convencerlos de que se compren su copia ya mismito antes de que se acaben, presentamos aquí a modo de abrebocas el primero de mis tres aportes a tan importante libro. Llámase este Explorando el Casco Viejo. El mismo va acompañado de un mapa explicativo que por ahora ustedes que no han comprado su copia van a tener que imaginarse. Pero no dejen que los distraiga esto, ni que como lo escribimos en 2009 se mencionen sitios ya desaparecidos o trasladados. Empecemos.
Situado en una península rocosa al este de la bahía de Panamá, el Casco Viejo de la ciudad de Panamá es uno de esos sitios que toda guía de turismo recomienda visitar, y ésta no va a ser la excepción. Además de Casco Viejo (o Casco Antiguo, si uno quiere sonar más proper), esta parte de la ciudad es conocida como San Felipe, el nombre del corregimiento con que coinciden sus límites, o como Catedral, un nombre coloquial común entre los panameños y que es tal vez el mejor para comunicarse con los taxistas. El Casco Viejo es bastante pequeño en comparación con otros centros históricos americanos. Basta con un recorrido de una o dos horas para hacerse una buena idea de qué se trata, pero también hay suficientes cosas interesantes que ver para dedicarle un día o dos. Aquí recomendamos una ruta base que puede caminarse en una hora. El recorrido está dividido en cinco segmentos, separados por desvíos opcionales para los que tienen más tiempo.
Segmento 1: La Central
La ciudad de Panamá tiene una forma estirada de este a oeste. Uno de sus principales ejes en esta dirección es la extensión de un camino colonial, el camino de la Sabana, que comunicaba la ciudad con su periferia inmediata. Actualmente esta vía se extiende desde el Casco Viejo hasta el aeropuerto de Tocumen, cambiando de nombre varias veces. El segmento más occidental, entre la plaza Cinco de Mayo y el Casco Viejo, es la avenida Central. La principal arteria comercial de la ciudad hasta finales del siglo XX, la Central era una calle llena de buses con aceras llenas de buhoneros y tiendas llenas de gente. Gran parte de esta energía se disipó en los noventa cuando se la hizo un paseo peatonal con fuentes, maceteros y palomares y un nuevo pavimento de cemento estampado y teñido para semejar las calles del Casco Viejo. Pero todavía hay almacenes buenos para buscar gangas y vendedores ambulantes, incluyendo la mejor carne en palito de este lado del río Santa María, usualmente frente al almacén La Pantera Rosa.
Dependiendo del día de la semana y la época del año, caminar la Central puede ser una actividad tranquila (un lunes por la mañana) o abrumadora (el primer sábado después del inicio de clases). La mayor parte de la acción está a nivel de la vista, pero vale la pena mirar hacia arriba de vez en cuando. Los edificios que bordean la Central van de lo sencillo y utilitario hasta lo ricamente decorado: enyesados de los veinte, mosaiquillos de los cincuenta y esperpentos de los ochenta, casi siempre escondidos detrás de marquesinas que anuncian los comercios de planta baja. Los favoritos de los críticos locales incluyen, en el cruce con la calle 17, el Banco Nacional [1.1] (Gustav Schay, 1938), un edificio entre Streamline y Art Decó, y el también Streamline edificio Kodak [1.2] (Gustav Schay, 1946); el Banco General en la planta baja de éste último tiene interiores Decó Miami Vice bastante más recientes. Más adelante, en el cruce con calle 13, está el derroche Decó del edificio Antonio o La Pollera [1.3] (Leonardo Villanueva, 1928).
Desvío A: salsipuedes y el barrio chino
El segmento de calle 13 este entre la avenida Central y la avenida B es la bajada de Salsipuedes, apretada con buhoneros que venden libros y revistas de segunda mano, parafernalia para bailar típico y otras chucherías. Cruzando la avenida B llegamos al barrio chino. La mejor hora para explorarlo es por la mañana, pero sólo porque así podemos desayunar en el restaurante Kwang Chow [A.1], en la avenida B y calle 14. Especialmente recomendamos el chee cheong fun de puerco, los ham paos asados y rollos de primavera. Otra posible fuente de sustento son las fondas del mercado San Felipe Neri [A.2], en avenida B y avenida Balboa.
Segmento 2: Parque de Santa Ana y el intramuros
La calle 13 es también el límite del Conjunto Monumental Histórico del Casco Antiguo de Panamá, establecido en 1976 y expandido e inscrito como Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1997. Este extremo del Conjunto Monumental incluye una parte del arrabal de la ciudad colonial que mantiene edificios y espacios de valor histórico intercalados con intervenciones más recientes, como sucede en el resto del barrio.
Antes de entrar al Casco Viejo vale la pena visitar dos emporios del kitsch panameño situados justo afuera de sus límites. El Machetazo [2.1] es un popular supermercado y tienda por departamentos donde se puede comprar guayaberas de poliéster, salsa picante y útiles escolares. Al lado, Casa Zaldo [2.2] es un buen sitio para buscar tarjetas postales (especialmente productiva es la pila de postales viejas). El parque de Santa Ana y su homónima iglesia de 1764 [2.3] ofrecen sombra y tranquilidad cerca de buenos lugares para comer. El Café Coca-Cola [2.4] tiene buen café (y buena Coca-Cola), y en Pío-pío [2.5] hay chicha de maracuyá, pollo frito y las mejores carimañolas —frituras de yuca molida rellenas de carne— de la ciudad.
Continuando por la avenida Central nos internamos en el Casco Viejo. Esta ciudad de Panamá se fundó en 1673 tras la destrucción de la ciudad original durante el ataque del pirata Henry Morgan en 1671. Para evitar nuevos asaltos, la nueva ciudad se rodeó con una muralla, ahora demolida casi completamente. Originalmente todo cabía dentro de los muros, excepto naturalmente las casas de los pobres y sirvientes (relegadas al arrabal), pero después de varios ciclos de esplendor y desolación, y de fuegos grandes y chicos, a partir de 1913 se inició un éxodo de familias pudientes hacia los nuevos suburbios, convirtiendo sus viejas casonas en casas de inquilinato. Grandes sectores del barrio se deterioraron y muchos edificios fueron demolidos y sustituidos por anodinos multifamiliares. En 1997 se establecieron incentivos fiscales para promover la restauración en el Conjunto Monumental, lo que generó una ola de proyectos de remodelación (precedida de una ola mucho mayor de especulación inmobiliaria) que hizo que parte del Casco Viejo se volviera súbitamente el sitio más chic para vivir o beber en la ciudad. Poco después las volubles masas se desplazaron a sitios aún más chic, y los café-bares y martini lounges cerraron. Después de reventada esa primera burbuja el desarrollo del Casco ha sido más mesurado y, generalmente, más acertado. En 2000 se estableció la Oficina del Casco Antiguo (www.cascoantiguo.gob.pa), una oficina gubernamental que orienta la puesta en valor del barrio integrando turismo, cultura y vivienda popular.
Una buena primera escala es la Casa Museo Endara [2.6] (en calle 12): un edificio restaurado en 2008 que alberga una colección de fotografías que documentan la alta sociedad y la vida cotidiana del Panamá de principios del siglo XX. Avanzando por la avenida Central llegamos a la casa de la municipalidad [2.7], construida exactamente en el sitio donde estaba la Puerta de Tierra de la ciudad. Al otro lado de la avenida Central está el viejo Citibank [2.8] (1928), de un severo estilo Art Decó y que visitaremos más tarde, y unos pasos más adelante está la iglesia de La Merced [2.9]. Construida a finales del siglo XVII, La Merced tiene una fachada de piedra con nichos y columnas, y torres cuadradas rematadas con cúpulas. Únicas en la ciudad son las dos capillas exteriores, que tienen fachadas decoradas con complicadas combinaciones de cornisas y frontones.
Desvío B: Plaza Herrera
Bajemos una cuadra por calle novena hasta la plaza Herrera, en un sector del Casco Viejo mayormente libre del flagelo del aburguesamiento pero algo menos seguro que el resto del barrio. La mejor razón para visitarlo es ver el baluarte Mano de Tigre [B.1], el único segmento del frente de tierra de la muralla colonial que sobrevive. Al lado está la casa Boyacá [B.2], construida originalmente hacia 1890 y cuidadosamente reconstruida en 2006. En las inmediaciones de la plaza Herrera no hay mucho más que hacer a menos que sea viernes o sábado después de las diez de la noche. En la mitad trasera del edificio del Citibank está La Casona [2.8](www.enlacasona.com), con un espacio de triple altura con galería de arte y escenario donde generalmente hay buena música y siempre hay buenas cervezas. En la otra esquina, en calle octava y la avenida A está Los baños públicos: probablemente el establecimiento más alternativo y underground de la ciudad, donde se hacen conciertos bien underground para una audiencia bien alternativa.
Segmento 3: Plaza Catedral
El corazón del Casco Viejo es la plaza Catedral, rodeada de los edificios más importantes de la ciudad colonial. Al oeste está la Catedral [3.1] (1688-1796), con una fachada central de piedra flanqueada por torres adornadas con concha de nácar. Al sur encontramos el Palacio Municipal [3.2] (Genaro Ruggieri, 1910), un edificio blanco cubierto de decoraciones tardorrenacentistas con un pequeño museo de historia en la planta baja. Al lado está el Museo del Canal Interoceánico de Panamá [3.3] (www.museodelcanal.com), en un edificio construido en 1875 y renovado en 1996. Vale la pena pasar un par de horas en este museo, que cuenta la historia de Panamá como sitio de tránsito desde la época colonial hasta nuestros días. La plaza misma ha sido remozada varias veces desde los tiempos coloniales: los pavimentos actuales son de los años ochenta y el quiosco, originalmente construido a finales del siglo XIX y sustituido en los ochenta por una fuente, fue reconstruido en los noventa. Los otros edificios que rodean la plaza Catedral han sido renovados sin pena ni gloria, están abandonados o están siendo arruinados por despiadadas remodelaciones que violentan todas las normas establecidas para preservar el Casco Viejo (nótese especialmente el desafortunado lado este de la plaza), así que es mejor que continuemos por la avenida Central.
Desvío C: Avenida A
Si recorrer todas las galerías del Museo del Canal le abre el apetito, puede caminar hasta el deli Super Gourmet [C.1] en avenida A y calle sexta, donde hacen buenos emparedados y ensaladas. También en avenida A (en la esquina con calle séptima) están las ruinas de la iglesia de la Compañía de Jesús [C.2], que están siendo restauradas para albergar un pequeño jardín botánico. Al frente está Diablo Rosso [C.3], una galería, café y boutique muy chic que también tiene juegos de mesa. Más adelante en la avenida A y calle octava está la iglesia de San José [C.4], de fachada sencilla y una sola torre, pero con los mejores altares del Casco Viejo. La pieza estelar es el fotografiadísimo Altar de Oro, que debe su nombre al pan de oro que originalmente recubría sus ricas decoraciones barrocas.
Segmento 4: Avenida Central
Siguiendo por la avenida Central encontramos FritArte [4.1], donde puede uno desayunar y comprar camisetas. En el cruce con calle cuarta está la Casa Góngora [4.2] (1760), una de las pocas casas realmente coloniales que sobreviven en el Casco Viejo, y que fue meticulosamente restaurada en 1999. Actualmente funciona como centro cultural y se usa para exposiciones y conciertos. Al otro lado de la avenida Central está Granclément [4.3], una heladería artesanal a la francesa que vende helados y nieves de primer mundo a precios de primer mundo. Recomendamos especialmente todos los 40 sabores.
Desvío D: Plaza Bolívar
Una cuadra al norte de la avenida Central, entre las calles cuarta y tercera, está la plaza Bolívar. Recomendamos llegar por calle cuarta, que tiene varias tiendas de artesanías panameñas y latinoamericanas de todas las calidades y precios. En avenida B y calle tercera está el Teatro Nacional [D.1] (Genaro Ruggieri, 1908), con decoraciones renacentistas un poco más exitosas que las del Palacio Municipal. La iglesia de San Francisco de Asís [D.2], al otro lado de la calle, fue remodelada por Leonardo Villanueva en los años veinte en un fantasioso estilo románico.
Si de día la plaza está llena de funcionarios y unos cuantos vendedores de artesanías, es mejor visitarla a la hora de la cena. En la esquina de calle cuarta con avenida B está Casablanca [D.3], un restaurante bastante popular en la planta baja del edificio Hotel Colombia (Leonardo Villanueva, 1937). Los viernes y sábados hay multitudes y música en vivo a todo volumen; el resto de la semana hay menos gente y un playlist que consiste exclusivamente de Nouvelle Vague y Rhythms del Mundo. Al lado, en un local mínimo, está Ciao Pescao [D.4], con un menú igual de mínimo compuesto de nouvelle-ceviche, emparedados y cerveza. En la otra esquina del parque está Ego y Narciso [D.5], con excelentes mojitos, aperitivos y platos fuertes peruanos-fusión. Y ninguna lista de restaurantes del Casco Viejo estaría completa sin Manolo Caracol [D.6] (en calle tercera y avenida Central), donde la experiencia siempre es memorable. El menú prix fixe es un desfile de una docena de platos preparados con ingredientes frescos y locales, y en las paredes del restaurante cuelga arte igualmente fresco y local; ambos cambian varias veces al año.
Segmento 5: Arco Chato y Las Bóvedas
Siguiendo calle tercera hasta avenida A llegamos a las ruinas del convento de Santo Domingo [5.1], en restauración desde 2005. Su afamado Arco Chato, que originalmente soportaba el coro de la iglesia, se sostuvo por más de 300 años pero se desplomó en 2003. Como no podía perderse un icono de esa categoría (al que legendariamente se debe que haya canal en Panamá y no en Nicaragua), el arco fue reconstruido en 2007, esta vez usando las más banales técnicas de construcción moderna y enchapado con los ladrillos del original. Este nuevo monumento histórico sigue en pie. El museo de Arte Religioso [5.2], en la capilla al lado de las ruinas, está también siendo restaurado.
Al final de la avenida A y de este recorrido llegamos al paseo Esteban Huertas, que corre por encima de la muralla colonial. El primer segmento, sombreada por buganvilias, usualmente tiene indígenas kuna vendiendo molas y otras artesanías, y más adelante hay una excelente vista hacia el este de la ciudad de Panamá, con el perfil arrascacielado de punta Paitilla, Punta Pacífica y Costa del Este. Un poco después, al girar la esquina de punta Chiriquí, se abre una vista igual de excelente hacia el oeste, con la calzada de Amador, puente de las Américas y cerro Cabra al fondo. Abajo está la plaza de Francia [5.3] (Leonardo Villanueva, 1922), que conmemora con un obelisco y varios bustos el intento francés de construir un canal a través de Panamá. El edificio blanco a un lado es la sede del Instituto Nacional de Cultura (Rogelio Navarro, 1932), cuyo teatro Anita Villalaz [5.4] se usa a veces para conciertos y espectáculos. En las bóvedas debajo de la muralla, que dan su nombre coloquial al área, hay un restaurante y una galería de arte.
No es casual que terminemos nuestro recorrido aquí. El paseo encima de la plaza de Francia es un excelente sitio para ver el atardecer, repasar lo visitado y planear las siguientes partes de este viaje por Panamá. Y no importa si nos demoramos: desde el mismo sitio también hay buenísimas vistas del amanecer.