La Estrella de Panamá recomienda; muy apropiadamente, en su sección Ego. Corra, vaya, y lea. Esta vez hasta hubo sesión de fotos y todo. Menos mal que el domingo estuve practicando con Mundo Social. Resumiendo ejecutivamente (y empezando por el obligatorio blurb biográfico):
Montañez es un arquitecto de 33 años que creció cerca del Paseo de las Bóvedas, en el punto más antiguo de la ciudad. Después de su paso por el Fermín Naudeau, en la Universidad de Panamá estudió durante seis años una carrera que miraba con admiración y centraba las enseñanzas en el modernismo.
A partir de 1980, vio con horror cómo de esos bloques de líneas rectas y simples comenzaban a sobresalir caprichosas curvas y redondeles. Un fantasma, pensó, poseía edificios, monumentos, casas. Había que ponerle un nombre y Montañez creyó que ‘feoclásico’ refleja esa relación complicada: ‘algo que a primera vista espanta, pero que luego de conocerlo se empieza a querer’.
Me encantó cómo se define Diablo Rosso: “un reducto de artistas emergentes que promueve actividades para pensar la cultura contemporánea.” Ahí,
[c]on una cerveza en mano, […] Montañez explica y hace reír. El proyector frena en una diapositiva de un ambiente claro, amplio, generoso en columnas, que exagera detalles: ‘una muestra de que aquí viven profesionales exitosos’. Y vuelve al chiste: ‘El feoclásico es bien honesto. Evidentemente sale del corazón’.
Es gracioso. Por eso a veces parece que habla en broma. Pero no: que no está en contra del feocláisco [sic] y está feliz con la conceptualización del fenómeno.
¿Es feo o es un estilo que hay que acentuar? ‘Es una relación complicada’, dice y confiesa: ‘Tengo como un interés enfermizo. Como me disgusta tanto, me interesa. Y me interesa más por haber sido educado en el modernismo’.
No es broma, él mismo haría una obra así: ‘Ojalá me contraten para hacer un edificio feoclásico’.