El Festival Verde de Cultura Musical; o, Rockeando en un galpón

Como todos saben, el sábado fue el Festival Verde de Cultura Musical, ojalá primero de muchos. Jóvenes, ¿qué tal un nombre de menos de una docena de sílabas? Eso o inventemos un acrónimo bien catchy. Yo propongo FestiVCuM. Bonito el afiche, también: puro Neutraface, puro verde RGB, puro kerning demasiado apretado. Éxito rotundo, bastante gente, buena música, buena onda, paz y amor por doquier, y encima por una buena causa. Como buen neurótico, moví cielo y tierra para aprovechar la oferta de preventa de los boletos y ahorrarme cinco palos. El chiste aquí es que con los cargos por servicio, spac e itbms, el boleto en preventa salía a $14: mi recompensa por madrugador.

Pero el día del evento todo empezó bien. Radiante día de veranillo de San Juan con cielo azul y brisa abundante. Llegando, un joven en un bicitaxi me ofreció llevarme de la entrada del estacionamiento a la entrada del evento, que estaba como 50 metros más adelante. «Es gratis», aclaró, pero aún así el decoro me impidió aceptar la oferta. Claro que hacía un sol tan hijuesumadre que casi me desmayo antes de que me pusieran el cintillo. Por más gorra y pantalón corto que uno cargue, estos soles de calentamiento global no los aguanta nadie.

Ya del lado de adentro, se hizo visita de cortesía a los stands de los anfitriones y se procedió hacia el escenario. Qué galpón más horrible pero qué sombra más rica había abajo, debo admitir. Más contento aún me puse cuando me di cuenta que habían empezado a tiempo; nada de horas panameñas acá en isla Perico. Divertidísimos los Lemmiwinks (que espero se llamen así en memoria del intrépido gerbil del Sr.Harrison), y cuando le pusieron la guitarra al pelaíto [aparentemente Zed Bienot, prepúber que ya rawkea] toda la gente que tenía una cámara corrió a primera fila. Mientras subía Pepe Calavera y su orquesta, las bocinas empezaron a tocar una canción de Los Colorados (que espero se llamen así en referencia a la célebre banda ucraniana). La primera vez que pusieron el asunto, que muy apropiadamente se llama Verde es el mejor color, estuvo simpática, pero la bendita canción la tocaron como cuatro veces seguidas, y eso lo hicieron en todos los demás intermedios. Por mí, que se extingan. Qué alivio cuando empezó Pepe Calavera, que también estuvo más divertido de lo que me acordaba; debe ser que estoy madurando. Y los Rabanes; bueno, un recorrido por sus grandes éxitos en media hora con mucho «con las manos arriba, arriba», y «empuja, empuja». En contra de mis predicciones no cerraron con Por qué te fuiste, Benito? sino que la tocaron como de tercera a ver si la gente se acercaba (y sí se acercó). Full nostalgia de unos noventas que la mayoría hemos superado y no teníamos ganas de recordar.

La fanaticada

El Papo Vecino, tan bueno como siempre; la falda de Nacarí, mejor que nunca. Damas y caballeros: Montaña Rusa.

Dos trecios del Papo Vecino se quedaron en escena como parte de la orquesta de Carlos Méndez, que cada vez me recuerda más a Danielson, y que cerró con una canción inédita dedicada a Mar. Primicias y todo, para el deleite de la concurrencia. Con aplausos y otras cuatro vueltas de la bendita canción esa de Los Colorados concluyó así la tanda de sets teloneros de media hora, todo tranquilizantemente muy de acuerdo al programa, y pasamos a la fase de headliners. Ya para esta hora había llegado más gente y había oscurecido, así que mi visita al food court (léase, el toldito de vender soda, red bull y cerveza con poco personal y menos iluminación) fue una odisea de quince minutos con todo y horda de colegas en modo últimos minutos de open bar.

Austin TV

Austin TV es tu nueva banda favorita de la que nunca has oído hasta ahora. ¿Por dónde empezar? ¿Por los uniformes de tartán con chalecos de pecho cruzado y cadenilla? ¿Por las máscaras de luchador/capuchas/pasamontañas hechas de hojitas de fieltro (del tipo más chafa, me dijo RATA el bajista), escamosas como los trajes de lascas de piel humana de Xipe Totec, que se extendían hacia abajo por una de las solapas y llegaban hasta los pantalones? ¿Por los zapatos que no eran de duende sino Vans clásicas (tal vez Chukka Lows)? ¿Porque cada vez que abrían la boca era para decir cosas re-bonitas y mensajes positivos, y con un acentito adorable? (No me culpen, yo me crié a punta de El Chavo y de Cuna de lobos). ¿Por haber abierto su set con Falling, de Julee Cruise (mejor conocida como el tema de Twin Peaks), por haber centrado su set con Around the World, de Daft Punk, y por haber cerrado su set con Twisted Nerve de Bernard Herrmann (mejor conocida como el silbidito de Daryl Hannah en Kill Bill Vol. 1)? ¿Por tocar composiciones de doce minutos que son mitad Mogwai, mitad Godspeed You! Black Emperor, y mitad Sepultura? ¿Por haber sudado un volumen combinado que seguramente superó el galón y medio en nuestra noche tropical? ¿Por encargarse en pleno de la atención al público de su puesto de mercancía y dejarse abrazar de varias decenas de nuevos fans ansiosos de foto para facebook? Respuesta: todas las anteriores, evidentemente. Austin TV se queda un par de días más de este lado del canal, para tocar un recital más íntimo el miércoles en un sitio dizque Espacio Panamá en el Casco Viejo. Encarecidísimamente recomendado, y no sólo por ver si hay cambio de vestuario. Yo ya estoy haciendo fila. Acá nos vemos.

XNAYER

Y así llegamos a Cienfue, que vimos a una prudente distancia. El set, que estuvo mejor de lo que me temía y no sólo por ser de 45 minutos, evidentemente se benefició de ser una selección de canciones selectas seleccionadas con un criterio de excelencia. Hubo perra en celo (pegada), culebra que pica, saloma hambrienta (muy aplaudida por la concurrencia), zapateo simétrico, macho de monte, calma y tormenta. Afortunadamente no salió El Cuco, así que proseguimos bastante ilesos hacia Aterciopelados.

Aterciopelados

Casi hubiera podido predecir que iban a abrir con La pipa de la paz y estaba seguro que el set iba a ser casi puro Río, por eso me entró un gozo poderoso cuando casi de una vez empezaron a tocar Rompecabezas, un bolerote todo sabrosón de los buenos tiempos. El Álbum y El Estuche también estuvieron, pero menos mal que no tocaron Maligno, porque me hubiera muerto de contentura. Ataque de risa es aún más alegre en vivo, y ni hablar de las versiones lentas y maduras de Baracunata y Florecita Rockera que cerraron el evento. Sueño cumplido y muerto de sueño, llegué a la casa a tiempo para Maitines, y ni un poquito molesto porque el concierto no terminó a las 9:30 pm, como prometía el programa. ¿Qué hacemos el otro año? Yo voto por Instituto Mexicano del Sonido y Los Tres.

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