Liviandades de domingo: parece que creo que quiero un tatuaje

Noticia importante para todos. En una epifanía que preocupa al lado de mí que sabe que soy un indeciso con commitment issues, parece que de un tiempo acá creo que quiero lo que es un tatuaje. Sobre el dónde no tengo duda: soy un hipster, así que me lo tengo que poner en el interior de mi antebrazo izquierdo. La pregunta es el qué: hace rato estoy imaginándome qué diseño va a ser el que impida mi enterramiento en un cementerio judío. Corra los photoshops, señor director.

Idea número uno: una nubecita pixelada de Mario Bros. El pro es que es una referencia 8-bit medio arcana (porque no voy a tatuarme un triforce alado) y con connotaciones artistosas (cf. Super Mario Clouds, por Cory Arcangel). El con es que los pixeles tendrían que ser perfectamente cuadrados e iguales, y no me fío de la mano de obra humana para someterme a mi deformación permanente. No sé si podría seguir enfrentando esta vida si quedo con un pixel chueco. Mejor dejémoslo para un proyecto de bordado en punto de cruz.

Idea número dos: broguing. El pro es porque uno está hecho de cuero, como un buen par de zapatos, y que qué mejor manera de hacer que Adolf Loos se dé la vuelta en su tumba que tatuándome como un degenerado y ornamentado como zapato de burgués. El con, de nuevo, es que todo tendría que ser perfecto y regular. Tocará esperar hasta que inventen un robot que tatúe. E igual se vería mejor alrededor de un tobillo.

Idea número tres: houndstooth (que aparentemente se llama pata de gallo en español, fide wikipedia). No le digan a nadie, pero creo que este es el que va a tener que ser. Así, delineado y pixelado cual tejido de tweed. Quiero un solo módulo que amenace tácitamente con repetirse ad infinitum por el resto de mi persona. Genial, ¿no?: un proyecto de por vida per sæcula sæculorum. No hay ningún con: líneas así rectas seguro sí las puede dibujar un mero mortal (ojalá con buen pulso).

Ahora, ¿quién me presta a su tatuador?