De vuelta a La Casona gracias al Dúo Mattellica

Después de varios, varios meses de ausencia, el viernes 4 de diciembre nos armamos de valor para regresar a La Casona. La razón: la segunda (creo) visita del Dúo Mattellica al país (o al menos al corregimiento de San Felipe). El evento: algo llamado The Miller Genuine Draft Cool Nights of Panamanian Electronica Music Part Three, o algo así de en inglés. El programa: un tercio de v0rtice, seguido de Mattellica, seguido de tres o cuatro DJ-algos de esos que uno oye nombrar a veces pero de los que no sabe nada. El costo: gratis con decir «attending» en facebook.

Llego lo que creo que es apropiadamente tarde; la man me pregunta si estoy en lista, digo que estoy en la lista de Mairena, me pregunta que si en la lista de Mary, le digo que en la lista de Mairena; la man mira una hoja en blanco (que es el único papel que tiene), apunta mi nombre mal y me da un cintillo. Adentro me dan un triángulo de cartón negro con un huequito y una liga para ponérselo como medio antifaz (haciendo eco a los triángulos de mascara que todos los azafatos tienen en un ojo), y más adentro me dan una lata de Miller. Flash back: en Savannah mi cerveza preferida («I’ll have a bottle of your cheapest American») era Miller Lite, porque no sabía a nada. Adentro ya sonaban los clásicos de siempre (sans Abarajame la bañera), pero no había nadie. El sitio se empezó a sentir más vacío cuando salieron las bailarinas exóticas con sus peinados alternativos, boas de plumas ralas y caras de estar pensando en la plata del examen de rehabilitación.

La Casona estaba transformadísima. Sobre la barra había ahora un cool lounge vee eye pee con sillas Barcelona encueradas en blanco y guachimanes panameños ensacados en negro, y los artesanales baños estaban clausurados para que el público aprovechara el muro de letrinas portátiles en la acera. Como estamos en el siglo veintiuno, cada letrina tenía un foco adentro; la mía tenía además evidencia de haber sido usada como vestidor por alguien bien fashion (pero cuidadoso con la quincena).

El asunto mejoró tres o cuatro cervezas después, cuando había llegado gente y me habían presentado a medio Mattellica, pero mejoró más aún cuando los últimos prendieron sus macbooks. La parte correcta de la concurrencia se adelantó y bailó, haciendo las delicias de los fotorreporteros de Mundo Social, Weekend y paseotabladopuntocom. El set, sincopado y agotador (y digo esto como un cumplido), estuvo mejor que la vez pasada. Esta vez no hubo M.I.A. ni Sonic Youth, pero sí hubo Justice, Queen, Loco Mía (!) y (mejor todavía) Al Bano y Romina Power.

Claro que en ese momento parece que sólo estábamos bailando Mairena y yo. Terminó el set, murió la flor, empezó la música electrónica house genérica, tan terriblemente intrascendente como era de esperarse. Por algo a esos martes de música electrónica en Bacchus sólo fui una vez. A la primera señal de que la multitud empezaba a pararse a bailar cogí camino. Maravilloso llegar a la casa a las dos y no a las cinco, pero igual me pasé el fin de semana con cuello y pantorrillas hechos ñex. El fin.

P.d. A ver cuándo viene la tercera, acuérdense que me deben una cerveza.

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