Hace nueve días se develó entre bendiciones y vítores la escultura de su santidad juan pablo segundo, coronando con broche de oro aquel broncíneo pedestal detrás de albrook mall. Como siempre, estos monumentos son más interesantes cuando se les revisa de cerca. Procedamos, no?
Su expresión facial, inescrutable. Las piernas del crucifijo, inexplicables.
él, guayabera, hombros de futbolista americano, pies rectangulares con cinco dedos gordos. ella, sumisamente empollerada. ambos tallados de la más costosa fibra de vidrio, afortunadamente astillándose ya en varios sitios.
Acunando su retoño en sus manazas. sorprendentemente, incluso la pintura cobriza no impide que suenen más huecos que los animales del interior del mall.
miren esos ojos. el señor es evidentemente tableño. la señora, aparentemente ngäbe.