En caso que no se hayan enterado, Ana y yo estamos enfrascados en un candente debate abierto sobre la dirección gráfica que más conviene a nuestro futuro Metro, con contribuciones de parte y parte que se emiten religiosamente cada doce horas. La más reciente estocada de mi contrincante (el contracontracontraataque, para los que van llevando la cuenta) consistió en una celebración del segundo pasatiempo nacional, muy relacionado con el primer pasatiempo nacional (y no estamos hablando del futbol). Particularmente exitosa es la segunda alternativa, que hace referencia al escudo de nuestro ferrocarril transístmico (ancestro directo de la futura adición a nuestro sistema de transporte público) y que descansa, al igual que nuestro escudo nacional, sobre un fértil campo verde.
Pero a lo que nos atañe: mi contracontracontracontraataque consite no de dos sino de cuatro (cuéntenlas: CUA-TRO) propuestas, de donde seguro sale la ganadora. Esos cinco mil palos ya tienen nombre y apellido, jóvenes. Ni se molesten en participar.
Los dos de arriba salen de las notas tomadas durante una reunión con Ana esta mañana (para discutir algo completamente diferente). La tercera me parece muy apropiada si la ruta del metro llega a pasar cerca de Cerro Viento. Y la cuarta, dibujada de memoria, es producto de una atinada sugerencia de mi siquiatra de cabecera (y cuando tu siquiatra te sugiere algo, más vale que hagas caso).
He aquí mi otra mejilla. Venga ese contracontracontracontracontraataque, pues.
Me imagino que todo esto es solo un ejercicio creativo, porque la verdad…. mmmm nop.